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El valioso tiempo que le robamos al sueño

Dormir menos horas de forma consciente y voluntaria trae consecuencias para la salud



Al consultorio de Miguel Dávila, neurólogo y especialista en sueño, llegó un paciente con una de las propuestas más extrañas que ha escuchado. "Doctor, le dijo, enséñeme a no dormir. Necesito aprovechar mi vida al máximo. Tengo que sacar tiempo para mi trabajo y para mi mujer. Le pago las consultas privadas".

A Dávila le pareció una locura. "Quería que le enseñara el sueño polifásico, es decir, dormir entre 20 y 50 minutos a lo largo del día para reducir entre 2 y 5 horas diarias de sueño", recuerda el especialista, que sostiene que el ritmo de la vida moderna ha llevado a la gente a pensar, equivocadamente, que dormir es un desperdicio de tiempo.

Dormir menos para prolongar la actividad diurna genera, a la larga, deudas de sueño. De acuerdo con Natalia Londoño, presidenta de la Asociación Colombiana de Medicina Interna, "los efectos de dormir poco pueden equipararse con el comportamiento de un estado financiero, si uno gasta más de lo que gana, va a tener el saldo en rojo. Esa deuda de sueño es acumulativa".

Según Dávila, "antes de que se masificara el uso de la luz eléctrica, las personas dormían nueve horas; hoy lo hacemos hasta un un 25 por ciento menos en promedio".

Esta privación del sueño tiene graves impactos en la salud. De acuerdo con Londoño, la falta de sueño repercute negativamente en lo emocional y en lo físico. Baja el rendimiento académico y laboral, causa irritabilidad, aumenta el riesgo de infecciones y disminuye la atención y la memoria. "También hay riesgo de aumento de peso, porque durante el sueño se libera la hormona leptina, vital para mantener un metabolismo equilibrado. Igualmente, eleva el riesgo de enfermedad cardiovascular, de hipertensión e infartos", añade.

A juicio de investigadores, no existe más forma de compensar la falta de sueño que durmiendo lo justo cada día. Uno de ellos es Rohit Arora, profesor de la facultad de medicina de la Universidad de Chicago. Arora analizó datos de unos 3.000 adultos mayores de 45 años, que participaron en la Encuesta Nacional de Nutrición de Estados Unidos, y concluyó, el pasado marzo, que quienes duermen menos de seis horas pueden correr el doble de riesgo de un infarto, un derrame o trombosis cerebral. Y quienes duermen más de ocho horas doblan su riesgo de sufrir angina de pecho.

Según Natalia Londoño, el sueño perdido no se recupera. Ni siquiera durmiendo quince horas el fin de semana.

'Necesito 5 horas'

Rodrigo Sandoval, comunicador social de 25 años, se acostumbró a dormir entre cuatro y cinco horas. "No puedo dormirme antes de las 12 y a las cinco estoy despierto. Ya me acostumbré y con 5 horas me basta", cuenta.

Hábitos que debe evitar
Ni alcohol ni café

El neurólogo Miguel Dávila afirma que las personas que duermen poco o mal tienen, por lo general, una mala higiene del sueño, es decir, hábitos o costumbres que afectan al descanso reparador. Entre los más comunes están los horarios desordenados; hacer siestas frecuentes o muy largas; consumir rutinariamente productos con alcohol, nicotina o cafeína al final de la tarde o antes de acostarse, y usar la cama para actividades que no tienen que ver con el descanso, como ver televisión, trabajar o comer.

Aprender a dormir bien
Consejos prácticos

Natalia Londoño, presidenta de la Asociación Colombiana de Medicina Interna, da claves para dormir bien: Vaya a la cama solo cuando tenga sueño. Si a los 20 minutos no se ha dormido, levántese, camine un poco, relájese, tome una bebida caliente. No duerma con la TV encendida. Haga que el ambiente de su habitación sea cómodo. Evite olores y ruidos desagradables. La última comida debe ser 2 o 3 horas antes de acostarse, con pocos condimentos y baja en carbohidratos.

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